¿Cómo promover la resolución pacífica de conflictos desde el hogar?

Por Carolina Oyharcabal Bravo, psicóloga de Centro Recreo.

El proceso de reincorporación de nuestros/as Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) al contexto escolar en su formato presencial enfrenta el desafío de retomar los hábitos y rutinas de aprendizaje y los vínculos con sus pares, un punto que como adultos bien hemos sabido al reincorporarnos a nuestras rutinas laborales y que se vieron fuertemente impactadas por la pandemia.

En una etapa en la que NNA aprenden a convivir con otros y van desarrollando habilidades sociales propias de la interacción en comunidad, es importante que observemos cómo situaciones cotidianas en el colegio, que se resolvían de forma natural (como por ejemplo un juego de pelota en el recreo), han sido cada vez más frecuentes y como refieren los medios de comunicación más “violentas” de lo que observamos previo a la pandemia.

A continuación les invito a reflexionar sobre la convivencia escolar y comprender este creciente fenómeno sociocultural, con la intención de que podamos movilizarnos desde nuestra posición de espectadores a participantes activos en el aprendizaje de estrategias para la resolución pacífica de conflictos desde el hogar. 

Lo primero que debemos comprender es que el fenómeno de la convivencia no es estático, por el contrario es fruto de la construcción e interacción colectiva. Es dinámica y se transforma tal como lo hacen las interrelaciones de quienes conviven. Es difícil, por tanto, visualizar una meta u objetivo final que debamos alcanzar, pero si podemos pensar en cómo una comunidad que muta día a día,  puede establecer acuerdos mínimos para convivir. Y en este caso para resolver en forma pacífica los conflictos que van emergiendo (MINEDUC, 2015)

¿De qué hablamos cuando hablamos de conflicto?

Históricamente hemos añadido una connotación negativa a este concepto, evitando a toda costa vernos involucrados en cualquier situación que requiera aclarar o expresar nuestro punto de vista por un mal entendido o una confusión que terminó por alterarnos y preferir desentendernos u observar desde una distancia prudente cómo otros “con más experiencia” se encargan de resolver.

Lo cierto es que los conflictos no son más que situaciones en que dos o más personas entran en desacuerdo de intereses o en posiciones que a la vista  serían incompatibles. Hasta aquí todo parece bastante natural, no tengo por qué estar de acuerdo con todo el mundo o existe más de una opinión. Pudiendo encontrar cercanía  y reciprocidad en los demás o sensaciones que van en dirección opuesta. Y es que olvidamos que nuestras emociones también se ponen en juego afectando la forma en la que percibimos una situación cambiando por completo la experiencia e impactando en nuestras relaciones. En este sentido, los conflictos son inevitables, a veces impredecibles, pero la gran mayoría de ellos se pueden administrar y resolver si aprendemos a gestionar nuestras emociones.

Los conflictos entre pares son en el desarrollo de NNA la oportunidad para poner a prueba las estrategias y aprendizajes obtenidos de la experiencia principalmente familiar. Con esto no quiero decir que mientras más se vea nuestro hijo/a involucrado en situaciones de conflicto, más oportunidades de desarrollo tendrá, claramente es importante diferenciar cuando una situación es un fenómeno particular aislado o recurrente y en escalada. Lo que nos lleva a no olvidar el contexto actual en el que se encuentran las relaciones y el impacto de habernos visto privados de estos espacios sociales, en especial para la población infanto-juvenil. Porque lo que hoy encontramos suelen ser conflictos que en gran medida responden a reacciones físicas y un creciente aumento de las agresiones a través de medios digitales. 

¿Qué está pasando en el desarrollo socioemocional de nuestros NNA?

Aquí podremos encontrar algunas características generales que nos ayudarán a empatizar con el lugar desde donde nuestros NNA se relacionan con su entorno y cómo los padres, son parte esencial de este proceso (Doces, M., 2013)

  • 6 a 9 años: Quieren ser apreciados por sus amistades, a quienes eligen por su parecido y se observa ansiedad por complacer a otros y la necesidad de “ser el mejor”. Necesitan de los adultos para aprender a expresarse y, a pesar del progresivo aumento de independencia, buscan la aprobación, atención y afecto de los adultos. Aparece el temor al fracaso (aprendizaje) y un fuerte sentido del bien y el mal.
  • 10 a 12 años: Fortalecen sus relaciones de amistad, pero ahora la búsqueda de atención y aprobación se centra más en los pares (¿Qué piensan de mí?). Es un momento clave en el desarrollo de las habilidades sociales, a pesar de que suelen retraerse y distanciarse de los adultos, necesitan de su apoyo y presencia. Pueden aparecer algunos problemas de autoestima por los cambios físicos propios de la edad.
  • 13 a 15 años: Las amistades y relaciones amorosas prevalecen así como la presión social del grupo de pares, exploración de la identidad y orientación sexual-género. Disminuye la influencia de los padres.            Distanciamiento de las figuras paternas por un intenso deseo de privacidad. Pueden volver a conductas infantiles bajo estrés y los cambios hormonales tienden a influir en su autoestima.
  • 16 a 18 años: Las amistades se basan en la intimidad de las relaciones y comienzan a diferenciarse del grupo de pares y reconocen el paso a la educación media como un hito estresante.         Las experiencias son vivenciadas con intensidad emocional y su autoestima sigue en desarrollo, experimentando en la búsqueda de su identidad. Alta preocupación y acción por su apariencia física

Estas son algunas características que pueden ayudarnos a comprender los cambios en la relación de nuestros hijos/as con nosotros, así como las problemáticas esperables según su edad. Desde mi propia experiencia he podido observar que en los niveles más pequeños (Play-Group a 2°Básico) los conflictos tienen un carácter más físico, niños y niñas tienden a juegos en los que existe un alto contacto físico el cual se espera vaya  regulándose con la ayuda de los adultos que van marcando los límites y modelando aquello que es adecuado en un contexto de juego y lo que pude o causa malestar en sus pares. A partir de 3° Básico, si bien aún existen conflictos físicos, estos van disminuyendo en su frecuencia, acotándose principalmente a juegos de competencia como por ejemplo el fútbol. En este juego los ánimos se van elevando y frente a la ausencia de un tercero que pueda actuar como árbitro, las situaciones de falta se vuelven ambiguas, generándose una discusión que se va elevando debido a las emociones y al calor de la competencia. También aparecen los grupos de amistades que se tornan más selectivos y por ende más cerrados, una dinámica que se va instalando comúnmente entre mujeres.

Ya desde 5° Básico los conflictos entre pares se vuelven más complejos y casi imperceptibles a los ojos de los adultos. Se incorporan fuertemente los medios digitales, como un espacio privado al cual no tenemos acceso a menos que NNA nos permitan entrar. Lamentablemente y debido a cierta ilusión de autonomía que solemos otorgarles, la supervisión de estos medios es muy baja versus la alta exposición diaria (y que aumentó durante la pandemia).  Ya en los cursos superiores, los adolescentes resguardan sus espacios sociales, se vuelven aún más herméticos y se vuelcan a los medios digitales. Es importante mencionar el alza de diagnósticos psiquiátricos y demanda terapéutica en la población adolescente, que se ha disparado tras el retorno presencial. En una etapa que se vive con intensidad emocional y en la que los pares son el grupo con mayor influencia, no es difícil comprender entonces que los conflictos escalen rápidamente y que sea común enfrentar sobre reacciones y/o desregulaciones importantes al interior de los establecimientos, siendo necesario solicitar la presencia de apoderados e incluso el retiro anticipado de estudiantes.

Es en este escenario en el que pensamos el conflicto  y en cómo enfrentamos el desafío de resolverlos y de lograr intervenciones que impacten en las conductas de nuestros NNA, con el fin de lograr la incorporación concreta de estrategias de resolución pacífica que como consecuencia favorecerán la convivencia de toda la comunidad ¿Cómo los adultos enfrentamos la notificación de una situación en la que uno de nuestros hijos/as se ve involucrado ya sea como afectado o responsable? La primera respuesta suele ser desde lo emocional y a partir de la preocupación por la afectación o en el caso contrario, una tendencia a justificar las acciones que llevaron a esa situación. Sí, es difícil tener una mirada objetiva cuando se trata de nuestros hijos/as, pero lamentablemente estas respuestas son nuestras y por tanto somos responsables de ellas. El problema es que con ninguna de ellas estamos contribuyendo a la resolución, sino más bien agravando la situación y perdiendo de vista a NNA. Cada establecimiento tiene un reglamento en el que se establecen no solo las conductas esperadas, también contiene las consecuencias y por tanto, las medidas (sanciones) que se deben aplicar según la gravedad, reiteración y edad. No entraré en detalles sobre cómo funcionan o no los procedimientos de cada establecimiento, pero si quiero compartir la importancia de que todas estas situaciones tienen un factor común, impacta a la comunidad.

¿Cómo podemos ser agentes activos y promover la resolución pacífica de conflictos?

El rol del adulto parte desde cómo nosotros mismos enfrentamos los desacuerdos, mal entendidos y conflictos, al mirarnos, podemos identificar en qué manera estamos modelando, a través del ejemplo, a nuestros hijos e hijas, quienes repetirán no solo las  conductas que para ellos/as son familiares, sino que también el lenguaje que ocupamos cuando nos vemos confrontados.  Es por ello que comparto una guía para contribuir el acompañamiento y gestión de conflictos desde el hogar.

Guía práctica para la gestión de conflictos

  1. Identificar el conflicto: Lo primero es comprender lo que ha sucedido  y en qué medida se ha visto involucrado, pero solo tendremos una parte de la historia que deberemos contrastar con la información que tengan los demás. Esto nos permitirá una comprensión real de lo sucedido y de todos los elementos que se encuentran en juego. Para poder devolver el conflicto en perspectiva e integrando todas las versiones (“Según lo que he podido entender…” ¿Es así?).
  2. Favorecer la expresión de emociones: Ser capaces de apoyar la gestión emocional es clave para que puedan acercarse nuevamente, pues en la medida que sea acogido y validado se sentirá más seguro de compartir su versión independiente de su participación.
  3. Conocer las necesidades: Es importante facilitar que expresen sus necesidades inmediatas y ponerlas en perspectiva, para ajustar las expectativas de las consecuencias y la temporalidad de la resolución.
  4. Crea con ellos una lluvia de ideas: Preguntarles directamente qué soluciones proponen o se les ocurren para abordar lo sucedido y evaluar las ventajas y desventajas en conjunto. La idea es promover la reparación a través de gestos y acciones que acompañan el reconocimiento de haber sido afectado y/o de haber afectado a un tercero.
  5. Democracia: La posibilidad de conversación entre afectado y responsable favorece la autonomía y la resolución a través del diálogo. No se trata de que alguien gane, sino en llegar a un consenso y un acuerdo, favoreciendo la reflexión sobre las propias acciones.
  6. Llevar a cabo la solución escogida: Es importante realizar un seguimiento e incluso un acompañamiento de las acciones que fueron consensuadas.

Bibliografía

  • MINEDUC (Septiembre 2015). Política Nacional de Convivencia Escolar2015/2018. Santiago de Chile.

https://bibliotecadigital.mineduc.cl/bitstream/handle/20.500.12365/445/MONO-372.pdf?sequence=1&isAllowed=y

  • Doces, Mía (2019). Desarrollo adolescente y prevención del bullying, Congreso Internacional de Bullying, Fundación educacional Seminarium, Santiago de Chile 23 de Abril del 2019.

Sugerencia de lectura

  • Artículo Jorge Varela  “Debemos cambiar la lógica del código penal por reglamentos de convivencia positivos”. El Dínamo, Marzo 2022.

https://www.eldinamo.cl/educacion/Jorge-Varela-doctor-en-psicologia-Debemos-cambiar-la-logica-de-codigo-penal-por-reglamentos-de-convivencia-positivos-20220331-0001.html